Noviembre mes de la Revolución Mexicana y en Yucatán no tanto.
Y es que no es desconocido que en Yucatán no se libraron batallas al estilo del centro y norte del país, aquí se trató mas bien de un asunto económico; sin embargo, los alcances con la promulgación de la constitución del 1917 ocasionó que la actividad más importante de Yucatán, el Henequén, viera el inicio de su fin. No así la búsqueda de la "mexicanidad" o mas bien dicho la "yucatequidad" es aquí cuando el concepto de "Indio", relacionado a la cultura maya tan valorada por el Porfiriato y lo "campesino" más ligado a la pobreza, la ignorancia y la esclavitud, se unieran para formar un nuevo concepto, más real.
Por un lado retoma el estilo maya de las antiguas construcciones y por otro rescata al campesino yucateco de la explotación tan extensa de la hacienda yucateca con sus costumbres, sus palabras y sus artesanos. Ambos cultivan en un nuevo terreno del arte y la cultura, es una época postrevolucionaria para Yucatán. Nos alejamos de lo europeo y norteamericano para ver nuestra propia creación. Nuestra forma actual de hablar, de vestir, de comer tienen su origen en la Revolución Mexicana. Yucatán, ya no es más la Península alejada y asilada.
El último aspecto de la cultura que se añadió a este despertar fue sin lugar a dudas la cocina, que durante muchos años padeció un gran desprecio por considerarse "popular" y que luego cambió por una especie de asombro.
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A partir de la década de los 30, la Cocina Yucateca se hizo más evidente y es que sin lugar a dudas es en la Península donde se dió con mayor fuerza ese mestizaje tan comentado, aun hoy conviven en la mesa los pucheros (de origen español), los quesos rellenos (francés) y los pibiles (prehispánicos). Y es que no se trató de convertir a los yucatecos en mayas ni de hacer al Maya como el idioma oficial como quería Carrillo Puerto. si no de tomar aquellos ingredientes perfectos para esta o aquella receta.
La Revolución Mexicana es una confirmación de la identidad, ¿qué somos? y ¿para dónde vamos? y para los Yucatecos una especie de catarsis matizada con los sabores y aromas de nuestra cocina tradicional.
Ahora, y me refiero antes del covit, La Cocina Yucateca, junto con las pirámides de Chichén se habían convertido en el principal atractivo turístico de Yucatán. Inclusive ya somos patrimonio de la humanidad, pero todo se detuvo y ocasionó que muchos yucatecos perdieran sus trabajos y negocios y es que ese fue el error. La cocina yucateca y la cultura en general es para nosotros no para turistas. Como Doña Cita, que vendía caimitos, mandarinas y ciruelas en el mercado Lucas de Galvez en el centro de Mérida. Ya no hay turistas, ya no hay venta. O como El Chef Armando, que ya no tiene trabajo en el Gran Hotel, cuya receta de cochinita pibil era inigualable, o de Joaquín que tuvo que cerrar la panuchería, ya no hay clientes.
Siento decirlo, pero el turista come lo que sea, no le importa si es maya, español o marciano o si lo hizo Doña Carmen, el Chef Pedro o el plomero, se van con la finta de "Cocina Yucateca".
Tal vez es momento de revalorar nuestras virtudes y convertirlos en aciertos.
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